Personajes Alfonso Diez |
* El
Peje y Monreal deben ser expulsados de “su partido”
*
Marcelo debe empezar a actuar como estadista, si quiere serlo
En el estado de Guerrero se celebraron comicios el domingo pasado.
PAN, PRI, PRD, PT y Convergencia se disputaron diputaciones y presidencias
municipales. La lección fue contra el PRD, porque perdió Acapulco, Zihuatanejo,
Iguala, Ciudad Altamirano, Tlapa, La Unión, Petatlán, Tecpan y Tixtla, que ganó
el PRI junto con Chilpancingo, Chilapa y San Luis Acatlán, que conservó. El
tricolor recuperó además Taxco, que estaba en poder del PAN. El PRI ganó
también la mayoría de los escaños en el Congreso.
Los resultados de esta jornada electoral son, además, importantes
porque marcan la pauta de lo que sucederá en las elecciones federales de 2009,
cuando se renovará la Cámara de Diputados.
El bastión más deseado, Acapulco, que sirvió de trampolín a Zeferino
Torreblanca para alcanzar la gubernatura del estado, es una muestra de lo que
sucedió ahora al PRD en todo Guerrero.
Zeferino fue presidente municipal del puerto guerrerense más
turístico de México, ejerció el cargo con honradez y el siguiente paso llegó de
manera natural: conquistó el gobierno del estado para el PRD.
Lo sucedieron en el puerto dos alcaldes de su mismo partido. En
ambos casos, las acusaciones de corrupción caminaron de la mano con los
perredistas. El último, Félix Salgado Macedonio, traía la mala fama de
revoltoso y borracho adquirida en el Distrito Federal, durante su paso por el
Congreso.
No pudo resolver los principales problemas de Acapulco durante los
tres años que duró su mandato: la falta de agua, las inundaciones constantes de
la costera, la falta de un servicio de limpia eficiente, la falta de empleos,
las playas contaminadas y la ausencia del turismo, cada vez más señalada. No se
mostró dispuesto a dialogar con su pueblo y la incompetencia era evidente.
A lo anterior, hay que añadir de manera preponderante las acciones
del PRD a nivel federal, su división interna, las acusaciones de corrupción y
fraude que se dan entre los mismos perredistas y, desde luego, la actitud
hostil de “su líder natural, el presidente legítimo” Andrés Manuel López
Obrador.
Hostil, porque no le ha importado a quién perjudica, pero lleva al
cabo marchas, plantones y tomas de tribuna con tal de obtener lo que desea, con
tal de que las cosas sean como él quiere. Eso puede parecer gracioso o valiente
a sus seguidores, pero para la gran mayoría de la población se trata de una
agresión injustificada.
Insulta a quien sea, incluido el Presidente de la República, cuando
el personaje objeto de sus ataques tiene una manera de pensar y/o de actuar
diferente a la de él.
Tal conducta no es aceptable en ninguna persona, pero menos en
alguien que quiere ser jefe de Estado. Refleja, por lo menos, un absoluto
desprecio por la opinión de los demás y un nivel que no cubre los mínimos
requisitos para llegar a conducir el destino de una nación.
Pero hay más. Ricardo Monreal, que fue amonestado por el Consejo
Nacional del PRD por haber apoyado a otro partido contra el propio, que él
representaba en el estado, hizo ahora lo mismo en Acapulco, apoyó a Luis
Walton, candidato de Convergencia, contra la candidata del PRD, Gloria Sierra.
Lo mismo hizo López Obrador, abiertamente.
Puede o no ser Walton mejor candidato que Sierra, pero los
perredistas, prominentes o no y con mayor razón los primeros, están obligados a
apoyar a los candidatos que su partido designe, en este caso Gloria Sierra, y
tanto “El Peje” como Monreal cruzaron una línea que no debieron al apoyar a
Walton.
El reglamento del PRD es estricto en ese sentido y debe expulsar a
los mencionados, si quiere comenzar a actuar dentro de la legalidad para tener
alguna oportunidad de enderezar el barco durante las elecciones de 2009 y, en
consecuencia, buscar la presidencia en el 2012 con alguna posibilidad de ganar.
Esto debe poner en alerta a Marcelo. Es ahora el mejor posicionado y
su oponente mayor lo sabe. ¿Va a permitir los ataques de AMLO para que no
obtenga la candidatura a la presidencia? ¿Se va a exponer a plantones y marchas
para arrebatársela, en caso de que la gane? ¿Va a dejar que un partido que lo
puede llevar al más alto cargo llegue debilitado al 2012? Aquí es donde se
puede ver la madera del posible estadista.
Se lo han estado advirtiendo a Andrés Manuel los integrantes del ala
de Jesús Ortega, le han casi rogado que cambie esa actitud de empleo de la
fuerza multitudinaria por la fuerza de las ideas, pero él no les ha hecho caso.
El PRD sigue en picada gracias al Peje. No está de más repetirlo: Si
sigue con sus marchas, sus plantones, sus tomas de tribuna y sus insultos
innecesarios al presidente, el partido corre el peligro de desaparecer.
Tiene muchas deudas, por mencionar solamente uno de los parámetros a
considerar, y si el apoyo de los electores se reduce drásticamente, como ya
comenzó a suceder, se reducirá considerablemente el financiamiento federal y no
va a haber dinero para más campañas, ni para seguirle dando vida a “gobiernos
legítimos”, ni para que siga funcionando la misma dirigencia.
Lo peor de todo es que van a echar por la borda las conquistas de la
izquierda seria y responsable, la que combatía con ideología y conceptos.
Acaban de perder la mayoría en el congreso guerrerense, además de los
municipios mencionados, y todo por seguir lineamientos de obcecación, de falta
de madurez política.
Agachar la cabeza sin protestar contra decisiones nefastas de un líder de partido sin escrúpulos puede ser comprensible en hombres sin principios, pero no en los que deben tomar la estafeta de personajes admirables del pasado, aquellos que construyeron una ideología que hoy parece olvidada, o tal vez nunca conocida por los que han logrado posiciones que nunca debieron ocupar.
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